jueves, 31 de enero de 2008

La política social

La etiqueta de social ha sido atribuida a lo largo de la historia a muchos elementos del diario vivir. En Latinoamérica el término ha sufrido un desgaste lo que condujo a una confusión de cuales deben ser los criterios que determinan la pertenencia de un fenómeno a esta categoría. El presente ensayo se plantea como un acercamiento a responder: ¿desde un punto de vista teórico/práctico que implica pensar “lo social” en América Latina en estos momentos? Para este fin el escrito se ha dividido en cuatro grandes apartados donde el primero pretende definir que se entiende por lo social, el segundo busca distinguir la diferencia entre política social, paradigma y régimen de bienestar, en el tercero se integra a la ciudadanía social como elemento articulador del Welfare; por último en el cuarto se ve la incidencia en Latinoamérica y la forma teórica/metodológica para el estudio social.

1. Un intento de definir lo social.
Usualmente se ha pretendido mencionar que lo social es un ámbito distinto del económico y del político. Siguiendo con esta definición reduciríamos el campo de acción de lo social, limitándolo al seguimiento de unas cuantas ventanas de interacción. Para una visión más amplia se retoma a Lautier (2001) quien presenta lo social como las mediaciones que existen entre los tres órdenes fundamentales: el económico, el político y el doméstico.
Lautier a su vez menciona que estas mediaciones pueden ser de tres formas: 1) jurídicas (normas y leyes), 2) monetarias (subsidios, prestaciones y cotizaciones) y 3) transferencias de bienes y servicios. Es precisamente en esta última mediación que Chartterjee (1996) afirma que la transferencias es el envío de recursos en una sola vía, dado que en el momento que existe una corresponsabilidad deja de ser transferencia y se convierte en intercambio.
Las dirección de las transferencias es triple: progresiva, regresiva y nula. En el primer caso un grupo mejor colocado envía a grupos o personas menos favorecidos, el segundo caso es el inverso del primero y cuando no puede clasificarse como uno u otro hablamos de una transferencia nula. Además Chatterjee menciona que las transferencias pueden ser de dos formas: seguro social y contribución[1]. El primero se refiere a la transferencia que recibe un grupo que ha realizado aportaciones en un período anterior al de la obtención del beneficio, mientras que la contribución se refiere a los beneficios que obtienen ciertos sectores y por los cuales no han realizado ninguna aportación previa.
Con la definición que hace del campo social Lautier y con las precisiones acerca de las transferencias y las formas que pueden tomar de Chatterjee se encuentra una delimitación clara del ámbito en el que se tiene que circunscribir un estudio social en América Latina hoy, es decir, tenemos que revisar las transferencias complementarias y reguladoras que se dan entre el ámbito económico, político y doméstico, a lo cual tendremos que añadir una serie de categorías que faciliten su comprensión.

2. Una construcción ideal de lo social: paradigmas, regímenes y políticas.
La combinación de transferencias hace que para su comprensión sea necesario la conformación de elementos teóricos que sirvan de parámetros de comparación e interpretación. Estos elementos se les denomina paradigmas, los cuales son constructos teóricos conformados a partir de la experiencia empírica, es decir son tipos ideales en pleno sentido weberiano, los cuales funcionan como un entramado de reglas para pensar y ejecutar dentro del ámbito social. Por la concepción misma de paradigma, en mención de Barba (2002), se asume la existencia de posiciones que pueden contraponerse y por ello supone márgenes de variabilidad y comparabilidad.
Para la elaboración de los paradigmas es necesario observar la forma en que está constituida la política social de un país, lo cual implica la elección de una serie de indicadores que puedan ayudar a la simplificación y aprehensión de la realidad. Barba (2002) hace el siguiente listado de indicadores: carácter del sistema, conceptos fundamentales que lo definen, propósito básico, instituciones centrales, lógica en la toma de decisiones, forma de organización institucional, referentes sociales, concepción de pobreza, tipo de prestaciones, grado de desmercantilización y tipo de categorías sociales que reconocen.
En la revisión que se hace de la literatura se encuentra que existen tres grandes paradigmas sociales: residual o conservador, corporativo e institucional; siendo que dentro de este último se encuentra una doble modalidad el beveridgeano y el social-demócrata.
Estos paradigmas se concretizan por medio de la política social, la cual se sitúa entre la estructura de mercado y los derechos políticos que ha ganado la ciudadanía. De esta forma la política se adecua al nivel democrático que cada país ha ganado, así los que pertenecen a una sociedad determinada son protegidos de las dificultades que produce el entorno de forma específica y diferente a lo que pasaría si fueran partícipes de otra sociedad. En este punto Hill (1986) menciona que existe “no man’s land” que es una parte de la población donde las políticas sociales no cubren dejándolos desprotegidos.
De forma concreta la política social se presenta en un país a través de su régimen social, mismo que es producto de la articulación y combinación de los paradigmas sociales. Hay tres elementos que tenemos que analizar dentro del régimen: modelo de crecimiento, el mercado de trabajo y las políticas sociales. Este estudio lleva a la revisión del impacto que tienen dentro de la economía doméstica, cubriendo, de esta forma, los tres elementos que integran lo social de la definición de Lautier.

3. Una nueva ciudadanía: la social.
Un elemento que ha cobrado importancia dentro de la política social ha sido la concepción de ciudadanía. Este viene a ser un término de larga acuñación; por lo cual se retoma la propuesta de T.H. Marshall (1992) la cual desarrolla una línea progresiva en la ganancia de derecho que la ciudadanía ha ido sufriendo. Así en un primero momento se ganó la parte civil que se constituyó con la ganancia de la libertad individual, en especial la garantía de poder trabajar; en este nivel se hace referencia al aspecto económico que la persona gana por su trabajo.
En un segundo momento se ganaron los derechos políticos, lo cuales representaron el privilegio de poder elegir y ser elegidos como representantes de su comunidad. En un primer momento fue un privilegio ganado por sólo algunas clases sociales, luego se universalizo e integro el sufragio. De esta forma se hace un salto de lo económico al estatus personal que tiene la persona, haciendo un cambio cualitativo del rol ciudadano y sus valores.
La última etapa de crecimiento en derecho ciudadanos fueron los sociales, en ellos se incluye el ser protegidos por el simple hecho de pertenecer a un estado. La ciudadanía social se convierte así en un avance de las sociedades modernas.
A este proceso que describe Marshall, Bottomore (1992) agrega que existe una ciudadanía formal y otra sustantiva, donde dice que existen cinco elementos que afectan al proceso de conformación de la ciudadanía: el acceso, los residentes no ciudadanos, la doble ciudadanía, el asunto del género y por último de la diversidad étnica. La ventaja de la propuesta de Bottomore sobre la de Marshall es que el primero hace su análisis de la ciudadanía cuarenta años después del ensayo original de T.H. Marshall.

4. Latinoamérica: un camino en la construcción de lo social.
Ahora bien, lo antes descrito son los elementos que han sido sistematizados y revisados de la experiencia capitalista europea y norteamericana. Cuando se cambia la zona de análisis a Latinoamérica, se encuentran cambios notables. Por ejemplo la forma en que se ha realizado la construcción de la ciudadanía social no ha sido conformada de la forma europea y en algunas regiones del continente todavía resulta una quimera.
En el caso específico de México, la ciudadanía social se puede reducir al derecho a la educación básica y a la asistencia médica de primer nivel, mientras que por otro lado el derecho a un nivel mínimo de subsistencia, como lo pudiera ser el seguro de desempleo dista mucho de ser una realidad.
Por eso al momento de revisar los modelos de política social que han existido en el continente, siguiendo a Filguiera[2], se encuentra la presencia de tres modelos diferentes: universal estratificiado, dual y excluyente. En el primero hay una generalización de la cobertura de los beneficios; en el segundo hay una parte que ha sido extendida a toda la población, mientras que otra está limitada a sólo ciertos sectores y por último el tercer modelo implica una cobertura limitada en la que sólo son incluidos ciertos sectores de la población.
Hasta el momento se descubre que un análisis de lo social en América Latina se torna difícil por la diversificación de la forma en que se ha conceptualizado lo social. La mayor parte de la región compartió un modelo de desarrollo sustentado en el mercado interno y que tenía como finalidad la industrialización por la sustitución de importaciones (ISI); por su parte la vida democrática y la forma de combate a la pobreza han resultados antagónicos a lo largo de la región.
Influenciado por el Consenso de Washington, Latinoamérica vive hoy en día una etapa donde el modelo de desarrollo está siendo cimentado en un proceso de mercado abierto, donde cada país tiene que revisar sus ventajas comparativas para descubrir los nichos donde sus productos puedan competir. En cierta forma hay un olvido al pequeño productor, el cual está siendo obligado a luchar contra una serie de dificultades que les imponen el comercio con las transnacionales y con los productos que entran a su país.
Debido a esta complejidad, pensar en lo social hoy tiene que retomar necesariamente las transferencias que se desarrollan entre los tres órdenes fundamentales. Por lo cual desde una perspectiva metodológica en necesario revisar el modelo de desarrollo, el mercado de trabajo y la políticas sociales. Esto es con la finalidad de poder construir los regímenes particulares de cada uno de los países y una vez obtenidos estos hacer una contrastación con los paradigmas sociales, encontrando elementos suficientes que encaminen en la redifinición de un modelo propio para la región.
Barba (2003) clasifica a este nuevo paradigma como residual y deslocalizado, lo cual de antemano nos pone en antecedente las posibles características que tendrían los regímenes de seguridad a lo largo de la región.
Por eso el pensar lo social hoy nos lleva necesariamente a sumergirnos al funcionamiento de variables macroeconómicas y la repercusión que tienen en las microeconómicas, viendo su incidencia dentro de los hogares.
Aparte la ciudadanía es un estatus conferido a aquellos que son miembros completos de una comunidad y todos los que lo poseen son iguales con respecto a los derechos y los deberes, se puede ver que existe una estratificación que integran a una comunidad, implicando la solidaridad entre pares y poniendo en práctica el capital social.
Debemos distinguir las líneas que está siguiendo el modelo de crecimiento que ha determinado el país, así se puede ver la forma en que el mercado de trabajo se enriquece con la creación de nuevas plazas que sirvan de verdaderos distribuidores de la riqueza generada y en un tercer momento ver los recursos que se disponen para el desarrollo social[3]. Es importante remarcar que pensar lo social en Latinoamérica es sumerguirse en un proceso de dependencia económica, de economías de periferia, que no han tomado sus decisiones propias en materia económica, ni social. Por lo tanto un elemento que hasta ahora no había sido incluido en los requisitos para estudio, es revisar la forma en que las agencias han influenciado el modelo de crecimiento y las políticas sociales; de esta forma se podrá ver que las decisiones que ellos marcan son las que prevalecen en la economía de la región.
Una advertencia que valdría la pena hacer, es que si bien la región cuenta con una serie de factores que equiparan un país con otro, resultaría demasiado simple el pensar la existencia de la receta universal para la región. No se puede pensar que exista un modelo que de forma automática soluciones las distintas problemáticas que afectan a la región.
Es necesario recordar, a su vez, que el desarrollo social deber tener como meta el crear condiciones y oportunidades para que los individuos realicen sus capacidades de vivir una vida saludable, larga y digna. Para lograrlo se necesita la combinación de la interacción cooperativa de acciones productivas, distributivas, solidarias y culturas. Es importante ver que no se debe limitar la lucha social a la sola erradicación de la pobreza[4], debe haber un crecimiento en el conjunto de los beneficios, mismos que con un crecimiento general se puede lograr. Una forma de este combate a la pobreza estructural es luchando contra los activadores estructurales como son la exclusión laboral y la discriminación etno-cultural.
Definir lo social hoy en Latinoamérica debe ser la base para el establecimiento de las políticas sociales que sean implementadas resuelvan de forma satisfactoria los problemas que aquejan a cada uno de las naciones que conforman la región.
Un último elemento que ha sido puesto en el ojo del huracán es el financiamiento que deben tener los programas sociales. Cada Estado tiene que determinar que porcentaje del PIB será destinado para el desarrollo social, cosa que cada vez se ha convertido en un problema dado que la prioridad no ha sido este tipo de gasto, sino que la región ha decidido enviar sus remesas en otras áreas como el pago del financiamiento de su deuda.
En conclusión, lo social requiere un estudio delimitado de los factores que han influenciado su crecimiento y consolidación a lo largo de la historia de Latinoamérica, mientras que es importante no perder de vista los factores externos que en la actualidad están influenciado la forma en que se establecen las políticas.


Bibliografía

Barba, Carlos (2002). El futuro de la función social del Estado en América Latina. En: Alonso, Jorge; Aguilar, Luis Armando y Lang, Richard (coordinadores). El Futuro del Estado Social. Guadalajara: Universidad de Guadalajara, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente. pp. 115 – 163.

Barba, Carlos (2003). El Nuevo paradigma de bienestar residual y deslocalizado. Reforma de los regímenes de bienestar en la OCDE, América Latina y México. Tesis para obtener el grado de Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara y el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social.

Bottomore, Tom (1992). Citizenship and social class, forty years on. En Marshall, T.H. y Bottomore, Tom Citizenship and Social Class. Londres: Pluto Press. pp. 55 – 95.

Chatterjee, Pranab (1996). Approaches to the Welfare State. London: National Assn of Social Workers.

Hill, Michael y Glen Bramley (1986). Social Policy Análisis. En Hill, Michael y Bramley, Glen. Analyzing Social Policy. Oxford: Blackwell Publishers. pp. 1 – 21.

Lautier, Bruno (2001). Las políticas sociales en América Latina: propuestas metodológicas para analizar el cambio que se está produciendo. En Espiral: Estudios de Estado y Sociedad. Vol. VIII, No. 22. pp. 91 – 130.

Marsahll, T.H. (1992) Citizenship and social class. En Marshall, T.H. y Bottomore, Tom Citizenship and Social Class. Londres: Pluto Press. pp. 3 -51
Sojo, Carlos y Pérez, Juan Pablo (2002). Reinventar lo social en América Latina. En Sojo, Carlos. Desarrollo Social en América Latina: Temas y desafíos para las políticas públicas. San José, Costa Rica: FLACSO y Banc
[1] Aquí se emplea contribución para traducir welfare o bienestar, hay que aclarar que para Pranab no se les considera como una contraprestación por su servicios, sino como la ayuda que se obtiene por el hecho de ser ciudadano.
[2] La obra de Filgueira está tomada de Barba (2002)
[3] Hay que reconocer que la mayor parte de los regímenes latinoamericanos de bienestar han tomado la parte residual del paradigma conservador de forma que los recursos que son obtenidos para el desarrollo social son direccionados para la gente que no puede por sí misma sobrevivir en una economía de mercado.
[4] Muchas políticas sociales se han centrado en el combate a la pobreza de forma directa, por medio de transferencias directas a los actores más impedidos para sobrevivir en una economía de mercado.